domingo, 2 de enero de 2011

El cuerpo avisa!


las formas de percibir y tratar el cuerpo propio no son totalmente nuestras sino que están influidas por las otras personas, la sociedad y la cultura.
La gente nos mira y eso funciona como un espejo que nos devuelve la imagen del propio cuerpo. Así, los halagos o críticas actúan como saetas ante un: “Qué gordura la tuya” o como reforzadores de autoimagen ante la frase: “Qué bien te mantienes”.
El comportamiento corporal que se tiene como algo natural es, en verdad, socialmente construido. Ninguna mujer se contonea por intuición, sino por imitación.
Así sucede con las poses, las expresiones y el modo de actuar: los hombres colocan generalmente el tobillo sobre la rodilla cuando están sentados; las mujeres cruzan las piernas. De la misma manera, el cuerpo nos vincula o nos aísla. Hay que saber de los caminos del cuerpo, sobre todo, aceptarlo todas y cada una de sus partes, aprender a amarlo y a cuidarlo. Olvidarse de esos
cuerpos que transmiten las propagandas.
En la vida real, todas contamos con imperfecciones que hay que asimilar porque somos humanas.
Si no llegamos a un entendimiento y aceptación de nuestro cuerpo, no va a existir la necesaria soltura para el encuentro con “otro”. La relación sexual implica desnudarse, mostrarse a la pareja tal y como venimos al mundo. De acuerdo al rechazo o agrado de lo que somos, se
montará una vivencia erótica llena de pudores y complicaciones o una sana manera de favorecer la posibilidad de recrear el goce compartido.
En este punto, no se puede dejar de mencionar la autoestima, uno de los
valores humanos que más imbricado está con la sexualidad.
La autoestima son las opiniones, juicios, sentimientos y valoraciones que tenemos de nosotras mismas. Se va desarrollando gradualmente desde niñas, a partir de los comentarios y experiencias que recibimos de los demás y de las vivencias propias. Si hemos tenido una familia cálida que ha sabido fomentar en nosotras seguridad, independencia y bríos, es muy probable
que la autoestima esté en buena posición; sin embargo, si provenimos de una familia
que a menudo te dice: ¡Todo lo haces mal! Es muy probable que la estima esté
dañada.Pero siempre hay tiempo para aprender. Ycon ese propósito es necesario saber que
la autoestima es importante en cada minuto de la vida. Cuando una se levanta en la mañana, se mira al espejo, sonríe y se dice: “Soy bella, me tengo confianza, me agrado, me quiero. Todo está bien”. Se está produciendo una fortaleza interior que permite, en el caso que nos ocupa de
la sexualidad, ser mujeres más altivas El amor hacia una misma fomenta una buena estima. Y es una verdad que primero hay que quererse a sí para poder querer a los demás. Quien se entrega a su pareja, asumiendo que primero está él y después ella misma, conocerá más temprano que tarde que tales sacrificios no logran el objetivo deseado. Si una misma no se valora, nadie lo hará. Si una se deja pisotear, serás pisoteada irremediablemente.
Tener una buena autoestima, una imagen positiva de una misma, es condición indispensable en estos tiempos en los cuales la sumisión y dependencia a un “otro”, se va desdibujando para bien de la humanidad.
Ponerse en sintonía con el propio cuerpo es algo que debía enseñarse como las matemáticas y aprenderse como parte de la educación integral. Es tan necesario un diálogo que facilite la comprensión de esos patrones impuestos desde la cultura, de la relatividad de los gustos, así como la importante necesidad de valorar y tener en cuenta los múltiples contrastes entre los
seres humanos.
Aceptar el cuerpo es vital para cuidarlo y conocer sus necesidades. “El cuerpo avisa” es una frase que utilizan quienes valoran los mensajes corporales, no solamente aquellos tan apremiantes de
hambre o sed, sino otros envíos más sutiles como la necesidad de un descanso repentino o la atención inmediata a ciertos malestares

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